martes, 21 de diciembre de 2010

CONTROLADORES AÉREOS: LAS COBAYAS QUE AVISARON Y NO SUPIMOS ESCUCHAR (AHORA LES TOCARÁ A LOS DOCENTES)



http://www.sidimurcia.org/images/stories/23dic2010/nota_prensa_sindicato_sidi_21_dic_2010.pdf

Voy a contaros otra historia impensable en nuestros días. Una historia que sin duda nunca ocurrirá en un país como el nuestro y que por tanto es totalmente mentira. De no ser así, a más de uno como el que os escribe, le haría perder el sueño y escribir estas líneas arropado por una fría noche.

La historia transcurre en un país embargado por el odio y el rencor al prójimo. Colectivos enteros se alegraban de las desdichas de los demás, puesto que sus escasos privilegios habían sido socavados. Los “mass media” manejaban el cotarro a su antojo ante la aborregada muchedumbre que clamaba por la sangre de “los privilegiados”. Existía un caldo de cultivo, denominado crisis, que permitía que la privatización y que la pérdida de derechos sociales fuera vista como una necesidad, por lo que todos aplaudían sin cesar ante estos recortes.

En este dantesco escenario, una profesora luchaba haciendo malabarismos para sacar a su clase adelante. Los recortes encubiertos le habían hecho heredar una cantidad de alumnos muy por encima de las ratios establecidas. Todos ellos, como es lógico, presentaban sus propias necesidades educativas, pero la mayoría de ellos habían sido derivados de aulas de enlace (desaparecidas por los recortes) o presentaban necesidades educativas especiales para las que no se contaba con apoyo alguno. 

María se levantaba cada día con miedo y se acostaba llorando. 

Tenía miedo a cogerse una baja puesto que no existía personal suficiente. “Una y otra vez se repetía que tenía que ser más resistente y rezaba para no caer enferma”.

Sentía miedo por su propia integridad física y por la de sus alumnos. En alguna ocasión tuvo que ir al médico con agresiones físicas padecidas en su persona. “Una y otra vez se repetía que tenía que ser más fuerte y olvidar las cicatrices físicas y psicológicas que acompañarían durante toda la vida”.

Le aterraba pensar que sus alumnos no podrían lograr ni los objetivos mínimos marcados. “Una y otra vez se repetía que tenía que ser más tenaz y dedicaba todo su tiempo libre a preparar los materiales que no le permitían preparar en el centro al tener todo el horario cubierto”. 

Le quitaba el sueño observar como el mundo “evolucionaba” y dejaba atrás a las nuevas generaciones con el beneplácito de sus engañados padres. “Una y otra vez se repetía que tenía que tener más fe y afirmaba que sus enseñanzas harían que sus alumnos cambiarían la situación en un futuro”.

Albergaba la esperanza de que todo no fuera más que una transitoria locura y que se recobraría el juicio. De hecho estaba segura de ello; el mundo tendría que recobrar la razón. Sin embargo, no podía evitar imaginarse a sus propios alumnos en un futuro, desenvolviéndose torpemente en este escabroso mundo que tanto les necesita.

Una mañana, de camino al trabajo, escuchó por la radio que se pretendían aprobar nuevos recortes. Pensó que por lo menos esta vez no serían encubiertos. El locutor sostenía que ya era hora de hacer trabajar a esos vagos y celebraba la medida. Entre vítores leía algunos de los recortes:

- Recorte salarial de 175 euros al mes. María pensó que entre ese recorte y el promovido por el estado, su sueldo se empezaba a parecer mucho a lo que ganaba en otras profesiones que desempeñó y que menos formación, responsabilidad y esfuerzo le acarreaban.

- Aumento de la jornada laboral, tanto lectiva como complementaria. ¿Aumento?...¿tiene el día 30 horas?. María no alcanzaba a comprender.

- Suspensión del Plan de Acción Social. Esta medida se le antojó reiterativa puesto que se hacía ya de manera encubierta.

- Reducción de los días de permisos y licencias. Los tertulianos, mentes preclaras, argumentaban muy justa la medida puesto que el ser profesor tenía demasiadas compensaciones. Tantas vacaciones y encima quieren permisos de paternidad, maternidad o visitar a sus familiares hospitalizados.

- Recorte salarial en caso de incapacidad temporal derivada de
enfermedad común en un 25%. María pensó que teniendo en cuenta que ya les quitaba el estado y la comunidad, ese 25% extra dejaría los sueldos tan exiguos que no llegarían ni para pagar la hipoteca.

El locutor continuó deleitándose con otras medidas, pero María ya no le escuchaba. Por su mente pasaron los largos años que estudió, los cursos de formación, el dinero que sus padres y ella misma habían invertido, los años de oposición con interminables horas de estudio que simultaneaba con su trabajo, no salir, no tener vida social …..y lloró, pero esta vez no al dormir sino al despertar.
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Menos mal que en nuestra sociedad no existen aulas con ratios elevadas que impiden la enseñanza individualizada. Menos mal que no se han suprimido casi en su totalidad los programas de compensatoria. Menos mal que todo lo que digo es mentira. Porque de no serlo, cabría preguntarse si los docentes son parásitos o auténticos luchadores en una guerra que los manipuladores hacen creer que no existe. Una guerra que no es otra que el lograr un mínimo que asusta a todo manipulador y que trata de apaciguar y encubrir. Ese mínimo no es otro que lograr personas autónomas y racionales. Y amigos eso asusta a muchos puesto que tal y como comenta Savater “los seres racionales son más autónomos que las personas que no han desarrollado su capacidad racional”. Y de ser así, en ese hipotético mundo del que hablo, esos seres racionales no van a permitir que se salgan con la suya.

Pero tranquilos, continuemos durmiendo puesto que todo esto no es otra cosa que mentira. Yo no me lo creo, pero recordad que soy un Ignorante que os anima a utilizar o no estos textos, y os recuerda que si lo hacéis no os olvidéis nunca de firmarlos en su nombre;  el de un auténtico ignorante que pretende engañaros con la mayor precisión posible.



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